Me siento en silencio y te contemplo. Te veo soñar.
Te escucho en cada nota de mi guitarra desafinada. Te encuentro en cada frase de mi libro favorito. Te recuerdo en cada coma de mis poemas.
Cubro mi cuerpo de mantas, tratando de igualar el agarre de tus brazos. Cada verso, de cada canción me recuerdan a ti.
No sé donde estamos, pero te veo, y se que me ves.
Intento olvidarte, pero apareces en mi mente en cada atardecer medianamente bello. El cielo se torna rosa y naranja, al mismo ritmo en el que te escapas de mis manos, lento y silencioso.
Sé que sabes que para ti son mis poemas, y sueño con que me enfrentes, para que por fin, bella reina de mis prosas, te puedas ir.